El comedor de hotelito de cubanos aún conservaba algunas glorias del pasado, como su entarimado para las orquestas, sus paredes con murales de palmeras y añoranzas, sus dorados a la hoja y sus cortinados de terciopelo rojo. El hotelito se había vuelto con el tiempo un refugio de exiliados de variada nacionalidad. Lo exiguo de sus tarifas, lo abundante de su comida había ido arrimando una fauna de advenedizos y soñadores, de desarrapados rastafaris y despistados europeos que caían al hotelito del centro histórico.
La visión que tuvo el Proto lo dejó congelado en el penúltimo escalón. Su mujer estaba sentada en un costado del salón, leyendo una Travel + Leisure. Las pulseras le tintineaban cada vez que daba vuelta una página. No la recordaba así. La miró de lejos, tenía las curvas de la Loren, el cabello de Pamela, las uñas de Gatúbela, el carácter de Donald.
Ya no era ella y si era ella, la reconoció en el gesto de agradecer mirando a los ojos con una sonrisa lenta de voz susurrante cuando le dejaron el té de rosas que había pedido. El Proto pudo confirmar que era ella y que alguien había colocado la cabeza de su delgada esposa en el cuerpo de una vedette.
En estas horas de la mañana casi nadie usaba tacos altos y menos sombreros blancos y semejantes escotes. El Proto estaba anonadado. En las conversaciones que tuvieron en estos años mujer le había ido diciendo que había cambiado en este tiempo que estuvieron separados, pero nunca imaginó semejante transformación.
El rusito lo animó a seguir mientras le explicaba que habían tramado todo para darle una sorpresa, que su mujer había llegado esa mañana, que tenía un plan para que le enderecen el chasis.
-Vos sabías rusito? Preguntó el Proto todavía sorprendido por las curvas de su mujer. Y no me contaste?
-Claro, si es la única forma de hacer las cosas. Dijo el ruso pensando en el viaje. Que vos no sepas, Proto.
El Proto tuvo el impulso de salir corriendo, de tomar la calle y desaparecer. Deseó no haber despertado. No sabía si tocarle el hombro, decirle hola, darle la mano o darle un beso. Habían sido muchos años de no verse. El Proto pasó al lado, tropezando con las sillas, arrastrando manteles de las mesas vecinas, volteando saleros, llegó al otro lado, apartó una silla, en silencio, dudando si sentarse o acomodar el desastre.
Ella levantó la mirada de la revista como si no hubieran pasado tantos años y vió a una sombra desgarbada del que fuera su esposo, coronada con una cabeza rapada con la mirada más triste y profunda que haya podido tener un perro abandonado, mojado y que se acerca rengueando.
Tras ese cuadro patético ella reconoció al Proto y gritó -Mi vidaaa! Se levantó escandalosamente, atropellando las sillas y abrazando al Proto, le dio una seguidilla de besos. El Proto no tuvo tiempo de reaccionar que su mujer ya estaba sentada de nuevo, moviendo la silla para que el Proto se siente a su lado y haciendo señas para venga el mozo.
El Proto se sentó queriendo aclarar todos estos malentendidos y confusiones. -Que el en realidad… que lo que pasa… es que no se que haces acá… que es todo esto…
-Nada Proto, mi cielo. Ya me contó el rusito, que no tomás las pastillas, que cada vez estás peor.
-Qué peor de que? qué puede decir él?. Acaso estás mejor, eh? Pinche pacheco. Y señalando las nuevas curvas de su mujer. –Y vos? Que te hiciste? Ni se quien sos vos… ya no te reconozco. Te venís del otro lado del mundo para decirme, a mí? Que estoy mal…
-Ves que estás mal, Proto. Que como qué quien soy? Soy yo la madre de tus hijos. Te dije que me iba a hacer unos toquecitos.
Dijo refiriéndose a los implantes de varias tallas de pecho y cadera y la extracción de las ultimas costillas combinado con los hilos rusos y la dermosucción lipolizante, más un tanning de soplete.
-A pesar de todo sigo siendo la misma. Cambio para seguir igual.
Terminó, frunciendo los labios inflados de botox.
-No veo como pueden decir que estoy mal. El rusito que nunca tuvo pareja estable, ni trabajo fijo, vos que no sé ni como describirte en tu transformación artificial en base a un modelo impuesto por las revistas. Parecés una Barbie del Tren Fantasma. Y me dicen que el loco soy yo? Que yo soy el que se tiene que arreglar en chasis?
-Si, si. Dijo ella tajante. Tenés que hacer algo por vos.
-Yo pregunto…. Dijo curioso. – Que es lo que tengo que hacer por mi? Además de venirme a vivir a otro país a laburar.
-Dejá de hacerte la víctima, te viniste a México a descansar de mi y de los chicos. Dijo ella interrumpiendo.–Vos tenés que parecerte a algo, Proto. No podes seguir viviendo así.
El Proto suspiró, se deslizó en la silla, aflojándose, dejando que su cuerpo tome conciencia del aquí y ahora, se dejaría llevar, estaba resignado a que sería nuevamente llevado a descubrir que vivimos a través del reflejo de los otros, que ese juego de espejos es la vida misma y nuestro deseo se entrelaza con los relatos que cada uno se cuenta.
-Así cómo?
-Así, viviendo en la crítica adolescente, en un limbo de los puros e incontaminados jueces de las conductas ajenas. Proto, tengo la solución para vos. Y por eso me vine a México, aunque sea temporada de lluvias y no se pueda ir a la playa. Mi vida, corazón, te hice caso. Estuve leyendo. Si, no te rías, no leí un libro, leí varios libros. Del método Kinam, de los Kuinos y los Toltecas. Ahora estoy leyendo lo de Maria Sabina. No te rías. Al final te doy la razón, todos tenemos que curarnos. Yo voy a hacer la ceremonia también. Pero al que más le hace falta es a vos. Te voy a llevar con una Chamana que te va a enderezar el espíritu, vamos a saber por fin cual es tu animal totémico, cuales son tus cuatro casas, confirmar lo de tu carta astral Proto, que seguro diste mal la dirección.
-Son tonterías. Yo también leí del asunto y vivo acá hace más años que vos que recién llegás y el rusito que jamás salió del DF, va a ir de una chamana? Lo de los hongos será por fines meramente psicodélicos. De Mircea Eliade a Castaneda me leí todo lo que quieras y te digo que es una trampa sagrada, un engaño místico. Acá, cuatro cuadras, en el Mercado de Sonora tenés chamanes. Tengo un primo en Córdoba que es chamán, psicochamán.
-Pero es distinto. Vamos a ir a uno de verdad. Muchas celebridades vienen acá a las sierras a tomar hongos con los chamanes y que se les endereza el futuro, ves tu vida como en una película. Se vuelven más ricos y más famosos. Ya arreglé todo con la agencia. Vamos a ir con la misma que fue el Dalai Lama, que fueron Brad yla Jolie.Estágarantizado. Nos vamos a Oaxaca, de la agencia nos reciben, nos llevan, hacemos la ceremonia y nos traen. Todo perfecto. Ceremonia chamánica, transporte, alojamiento, desayuno, entrada a las ruinas, todo incluido. Las comidas son por nuestra parte, habrá algo abierto, supongo. Algún restaurante, o algo. No?
-No, no. Diganmé que sigo dormido, que estoy soñando, que esto es un alucine. No. Una ceremonia chamánica incluida en el paquete. Que ruinas? En la sierra mazateca? Ruinas? No, para eso me cruzo al zócalo o me voy al mercado de Sonora, a que me tomen el pelo, me sale más barato. No podés creer esas cosas. No voy a ser parte de eso. De un chamantour, no!
-Ay, Proto. Vos no tenés fe en nada. Ni en las pastillas, ni en el psicoanálisis, ni en la cirugía creés. Así que qué perdés con probar? Además no es chamán, es chamana. Una de las trece abuelas chamanas del mundo, Proto. Es un patrimonio cultural, un rito ancestral. Vamos tomamos los hongos mágicos, hacemos realidad nuestros deseos, y volvemos. La medicina mazateca tiene secretos insospechados.
Dijo ella de pronto muy etnopsiquiátrica. El Proto dudaba, movía las manos, perdía la mirada. Su mente racional se negaba a dar crédito a las curaciones mágicas, su mente adicta a las sustancias no quería perderse la experiencia, su mente espiritual decía que debía mantenerse sobrio, sus voces se habían callado totalmente y en la sala vacía que era su cerebro sólo se escuchaba la molienda mental en la voz del Proto que a su vez eran muchas voces.
-Hacéme caso, de paso conocemos Oaxaca, que dicen que es muy linda.
-Si, muy linda y muy violenta. Dijo regresando de su ausencia. -Además Huatla queda al norte del estado, conviene ir por Puebla, en colectivo. Es temporada de huracanes y no te creas, que sí llegan hasta Oaxaca.
Dijo el Proto un poco más relajado al saber que era una chamana
-De ninguna manera. Ya averigüe. Nos vamos a Oaxaca en avión de allí nos llevan en una Suburban a Huautla, con servicio de música, baño y snack bar. Esto es México, Proto, no podés salir en colectivo así como así. Vos viviste estos años acá, no me vas a decir. No me vas a mandar a una Terminal, a ir en autobús a las sierras
-Si lo fuésemos a hacer. Nos conviene ir por Puebla. Fue toda la respuesta del Proto.
-No, ya está decidido. Lo vamos a hacer. Y nos vamos en avión, allá nos espera… Dijo fijándose en una libreta en la que tenía anotaciones, folletos, pasajes, vouchers y documentos. -Irina, la guía oaxaqueña que me recomendaron. Ya hablé con ella. Todo incluido. All inclusive, así se dice? preguntó mirando al Rusito, que puso cara de mmsé…
-Bueno, como se diga. Nos vamos. Terminó ella con esa mirada de poseída por el mal del insomne que ha estado puliendo y repujando sus ideas a lo largo de una tensa noche.
-O sea que vamos a ir. Dijo el Proto resignado. –Y pensás que me va a hacer bien?